El trasplante es el único tratamiento médico que necesita de la solidaridad de otras personas para llevarse a cabo.
Un trasplante es sustituir un órgano o tejido dañado por otro que funcione adecuadamente y que proviene de un donante.
Sin la solidaridad de los donantes no hay trasplantes. Actualmente esta área está perfectamente consolidada y regulada haciendo que nuestro país se convierta en líder mundial tanto por el numero de trasplantes como por la tasa de donación [1].
Esta sencilla explicación y estos exitosos datos contrastan con la complejidad que entraña el tratamiento en sí. Y es que, aunque tras la realización del trasplante mejore considerablemente la calidad y expectativa de vida del paciente, siguen existiendo riesgos. El trasplantado puede llegar a sufrir infección o rechazo, de ahí la importancia de mantener un equilibrio inmunosupresor. Es aquí donde vuelve a brillar la incansable y excelente labor de los profesionales sanitarios dedicados al área de trasplante.